#13

 

Recuerdo cuando en fiestas de mi pueblo, vi a la ‘’popular’’ de la clase, ir a tirar la basura.
Me pareció cómico.
Más tarde me enteré que en su grupo de amigos y amigas, ella era la menos popular.

Es decir, ella se había convertido en mí.

En clase, ella siempre seleccionaba a aquellas que podíamos acompañarla en el patio y compartir las sobras de su almuerzo. Ahora que lo veo con 10 años de diferencia, me da vergüenza, ser humillada de aquella manera; pero en aquel entonces fue toda una fortuna poderla acompañar durante casi todo el curso y el año que vendría después.

 

Con casi 25 años y una variada experiencia laboral a mis espaldas, en un mundo ya de adultos, en teoría, debo admitir que los roles de quien nos comparte su bocadillo y las que aceptamos las migajas, no ha cambiado en absoluto.

Sigue estando quien da de comer a las demás, con sus peronatas y diatribas; las que aceptan gustosas los restos con tal de sentirse alguien; las que se creen que llevan la voz cantante, pero no comparte ni el postre y por tanto, las demás, la hacen a un lado; y las que aceptan lo que les venga o van a su aire.


Desde hace un tiempo que he decidido llevar mi propio bocadillo y no coger de nadie más, aunque me quede con hambre; poco a poco nos iremos adaptando (mi estómago y yo; mi cerebro y yo), hasta el punto que no lo necesitemos.

Y ojalá, que nadie nunca tenga que verse honrado o en la obligación, tanto de repartir su almuerzo, como de aceptar el de otras personas.

 

Porque como dice mi padre, quien parte y reparte se queda con la mejor parte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

#24