#12
¿Cuántos metros habrán? ¿20? ¿25? 50??
No lo sé – Pero creo que tampoco me importa.
Miro los arcos que sostienen las gigantes bigas de piedra
junto con la pasarela de asfalto y un brazo de hierro. Y me vienen a la cabeza
imágenes que gigantes con su fuerza descomunal han ayudado a los humanos a
colocarlo de esa determinada manera.
Desde mi posición, puedo distinguir hasta una pequeña grieta
en el pasamanos y me parece irónico porque son muchas facilidades para sentirte
en el fin del mundo, pero al mismo tiempo es muy poco poético porque es muy
transitado.
Tanto como para que se tratase el fin de algo.
Tengo gravilla en mis pies flotantes y se me están durmiendo
los brazos con la barra de hierro que me corta la circulación a nivel de mi
tríceps, pero es bastante lógico ya que tengo la barbilla apoyada en ellos.
A saber la cantidad de mierda habrá acumulado toda esta barandilla.
Mientras observo como un pajarillo coge unas semillas del
suelo, se aleja, se va y repite la actividad un par de veces; pienso en la
facilidad que sería ir a ese puente, porque la tarea de volver a casa me lleva
más de media hora.
Y que pateo volver a casa a estas horas
Miro las hojas, las farolas que se acaban de encender, los
pajarillos que siguen bajando a por semillas o insectos, son las 19:30, tengo
hambre y un libro a medias que leer. Además, esta noche le he prometido que
jugaré un rato.
Salgo de la barandilla donde estaba intrincada, y recorro la
media hora a casa en silencio.
Sin música.
Oyendo el tapateo de mis zapatillas y el resoplar de mi
aliento.
El leveteo de las hojas con la llovizna y la luna ya en lo alto del
cielo.
Debería dejar de hacer promesas para el futuro, porque
siempre me siento obligada a cumplirlas, cuando todo lo que quería, es que no
hubiera más futuro.
Sin embargo, me alegro de haber elegido el camino largo
de nuevo.
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